El canto del Ceibo
lunes, 26 de noviembre de 2012
martes, 25 de agosto de 2009
Juan Herrera y Don Juan Yapura
Nace su sombra en el alba,
bajo el lucero encendido.
Con una daga de luna
irá a cortar el rocío.
Lo he visto entrar en el surco,
solitario y pensativo.
Sin más rumor que sus pasos
junto al canto de los grillos.
Bajo la luz de la luna,
más arriba de Acheral,
como un verde mar sin bruma
se extiende el cañaveral.
Vuela el machete en el aire
cortando un tallo de miel
y el aire se vuelve azúcar
cuando el día va a nacer.
Bajo los rayos del sol,
más arriba de Acheral,
cual infierno abrasador
se extiende el cañaveral.
Las lentas horas no alcanzan,
hay que cortar y cortar,
de la mañana a la noche,
de la noche al aclarar.
Las manos de Juan Herrera
son como un hierro candente,
son dos palomas de tierra
cautivas de un monstruo verde.
Son esas manos del pueblo
que sueñan y nunca duermen,
que son un cántaro abierto
lleno de soles y mieses.
Bajo la luz de la luna,
más arriba de Acheral,
Juan Herrera corta y corta
sombras, luna y soledad.
Pero es en vano que quiebre
con fuerza el cañaveral,
porque la noche del pobre
no tiene luz ni final.
DON JUAN YAPURA
Don Juan Yapura en la zafra
corta y deschala las cañas,
que va dejando en el surco
bajo el sol de la mañana.
Su cara oscura y delgada
parece tierra nevada
y anda en sus ojos de viejo
un cansancio sin palabras.
Del cerro ha venido el hombre:
de Mala Mala o de Anfama,
con su esperanza de pobre
a conchabarse en la zafra.
Cerca tiene su caballo
bajo la sombra de un tala,
una ollita con el guiso
y una botella con agua.
Cuando complete la carga
se sentará bajo el tala,
para comer en su ollita
contemplando la montaña.
Igual que todos los días,
cuando complete la carga.
Pero hoy la caña es más dura,
o es la tarea más larga.
Que siente Don Juan Yapura
acalambrarse su espalda
y un sudor frío lo baña,
como el rocío a la caña.
Hoy no vendrá igual que siempre
a sentarse bajo el tala,
ni volverá nunca el pobre
a contemplar su montaña.
Porque Don Juan hoy se ha muerto
bajo el sol de la mañana,
y está caído en el surco
como si fuera otra caña.
La cara blanca, muy blanca,
vuelta hacia la azul montaña.
Y un brillo en sus ojos negros,
parecido a una esperanza.
sábado, 23 de mayo de 2009
CAMINITO DE MI PUEBLO
CAMINITO DE MI PUEBLO
Caminito de mi pueblo
que desando en mi desvelo,
que has nacido junto al monte
para elevarte hasta el cielo.
Más allá del horizonte,
donde el silencio es eterno,
un poncho de sol y nubes
se extiende sobre tu suelo.
Vas subiendo despacito,
siempre abrazándolo al cerro;
como un oscuro lacito,
caminito de mi pueblo.
Y allá en lo alto te escondes
sin que te pueda encontrar,
bajo tu poncho de nubes
color de jacarandá.
Caminito de mi pueblo
que te elevas hasta el cielo
como un lacito que quiero
me aprisiona tu recuerdo.
Y vuelvo a escuchar entonces
en esas noches sin sueño
el canto de tus pastores
y el rumor de tus cencerros.
Y vuelvo a ver desde lejos,
cuando se apaga la tarde,
entre sombras y reflejos
tus agrestes soledades.
Y esas cruces recostadas
en tus bordes polvorientos
donde dejaba, al pasar,
flores de tarco y ceibos
mientras solía rezar,
apurado por el miedo.
Caminito de mi pueblo,
si yo volviera, a soñar
bajo tu cielo que quiero
o a morir en tus arenas
agitadas por el viento,
Que me nombren tus pastores
cuando van con sus arreos
y que en mi tumba haya flores:
flores de tarcos y ceibos.
Y que por mí su plegaria
rece una abuela serrana
en la noche planetaria,
azul de luna y distancia.
LA TEJEDORA
Dormidas están las manos
de doña Francisca Barros,
dormidas como palomas
sobre su telar de palos.
Los hilos multicolores
de pronto han quedado quietos,
tensos, bañados de soles
y fulgurantes reflejos.
Se ha muerto la tejedora
en su patio provinciano;
está muy quieta la rueca
y quietas están sus manos,
dormidas como palomas
bajo la luz del verano.
¿Cómo saber de sus sueños?
¿De su cansancio de abuela?
¿Si acaso en sus ojos negros
llevó escondida una pena?
Cómo saber…si pasaba
cantando tardes enteras
mientras el hilo jugaba
dando vueltas en la rueca.
Si sus ojos se alejaban
siguiendo la verde senda
y serenos regresaban
mojados de luz y ausencia.
La tarde es un rojo poncho
tendido en el horizonte.
¿Qué manos lo habrán tejido
con hilos de ensueño y soles?
Yo sé que son esas manos
las que hilan, tiñen, tejen,
en sus telares de palos
desde que el día amanece.
Manos quebradas en surcos
donde la vida florece,
como florecen los tarcos
bajo el cielo de noviembre.
Se ha muerto la tejedora
en su patio provinciano;
está muy quieta la rueca
y quietas están sus manos,
dormidas como palomas
bajo la luz del verano.
domingo, 19 de abril de 2009
EL ECO DE OTRAS VOCES
EL ECO DE OTRAS VOCES
OSVALDO JESUS ZARANDON
Declarado de “Interés Educativo”
Por el Ministerio de Educación
y Cultura.
Resolución Nº 1.192/ 5 (DGE)
“El ECO DE OTRAS VOCES”
OSVALDO JESÚS ZARANDÓN
Diseño de Cubierta: Lic. JUAN RAFAEL ORTEGA
Compaginación: Ingeniera DANIELA OZAN
Dibujos: Lic. MAR[A SOLORZANO Y Lic. JUAN RAFAEL ORTEGA
Impreso en: TUCIIMAN – ARGENTINA
Junio de 2001
No está permitida la reproducción parcial o total de esta obra, ni su tratamiento o transmisión por cualquier medio o método sin la autorización escrita del autor.
Queda hecho el depósito que marca la Ley 11723
ISBN Nº:987-43-4403-2
Prólogo
La ópera prima de Osvaldo “Cacho” Zarandón, “EL ECO DE OTRAS VOCES”,que hoy tengo el privilegio de comentar, viene de un largo alumbramiento, sorteando un sin fin de obstáculos, por la falta de auspicios a los artistas y creadores populares, para los cuales no hay puertas abiertas para hacer conocer su arte.
El título de esta obra es una propuesta para canalizar los sueños “de aquellos que nunca tuvieron voz”, la voces del silencio asumen su protagonismo en el verbo del poeta; por su voz hablan, sufren, sienten.
La obra poética de Zarandón se abre así al conocimiento público con la fuerza que le da la potencia de su verbo; la savia que nutre su poesía le viene de la tierra, del paisaje de su Mendoza natal, de este suelo tucumano que hoy lo cobija, y de geografía interior tan rica y profunda.
Zarandón toma partido, no se escuda en una falsa neutralidad; por su potente voz hablan los campesinos, los zafreros, los mineros, la tejedora. Su poesía marca a fuego a los responsables y causantes de tanta humillación y miseria, como lo testimonian las poesías “La Company” y “Ha terminado la zafra”.
En la poesía “Viejo carro”, homenajea al campesino simoqueño, en la figura de su suegro Don Juan Eugenio Juárez, campesino de pura cepa.
Conmueve íntimamente la lectura del poema destinado a recordar a Aimé Payné. Para los que tuvimos la gran dicha de conocerla, Aimé, “hija del viento y del sol”, al decir de Zarandón, dejó a su paso por Tucumán su estela imborrable, “era mapuche su sangre y mapuche era su voz”. Esa apelación a la mapa (tierra) y che (gente) es una constante en Zarandón, de ella recoge su fuerza y se vuelve poema. La gente sencilla es su protagonista. Así surge evocación del zafrero Juan Herrera y sus manos, “esas manos del pueblo que sueñan y nunca duermen, que son un cántaro abierto lleno de soles y mieses”; o la mención a Don Juan Yapura, campesino de la alta montaña que va “con su esperanza de pobre a conchabarse en la zafra”.
Así, verso a verso, el autor va desgranando poemas de un fuerte color local, con el telón de fondo de la zafra y el verde cañaveral, con una profunda nostalgia por el ayer que ya no voverá, pero que aún está presente con mucha fuerza. Lo telúrico domina su poesía, pero tiene nombre y apellido en los poemas al Cochuna, la persistencia de la luna, hecha machete en el cañaveral.
En el bloque de poesías “DE AMORES Y AUSENCIAS” cobra un inesperado vuelo el lirismo del autor, en sus poemas campea la nostalgia del amor que se fue, el profundo mar de estrellas le da marco a la pena y al dolor por la ausencia.
Pero siempre hay caminos, “son los caminos de la poesía” que se ofrecen para concretar sus versos, los sueños, las quimeras, “hay caminos sin regreso y sin olvido” en un eterno destino de estrellas y de soles, para canalizar la inspiración del poeta.
En el poema “En mi fuego”, de tono intimista, aparece la íntima convicción del autor y el impulso vital que lo anima: “Porque no acepto quebrarme, como una rama en el viento, ni tampoco resignarme a vivir sólo de sueños”, “orgulloso en mi porfía”, “intransigente”.
“Porque mi espíritu es libre:
Sólo ante Dios me doblego.
Y he de vivir como un hombre,
Consumiéndome en mi fuego.”
Miguel Antonio Galván
Un amigo
Quiero expresar mi agradecimiento a mis amigos Rodolfo Bonifatti. Lilia Beatriz Gómez de Guzmán, Sergio Guzmán, Amelia Martínez de Galván, Miguel Galván, a la Licenciada María Zolórzano, al señor Beto Moreno y a la Ingeniera Daniela Ozán., quienes de una u otra manera, con entusiasmo y desinterés me ayudaron a concretar este sueño.
Dedicado a mi hija Cecilia Anahí, quien renueva día a día mi alegría de vivir.
INDICE
TIERRA VIVA
Tucumán……………………………………………………………………. 13
Cuando yo sea silencio……………………………………………………… 14
Caminito de mi pueblo………………………………………………………… 17
La tejedora………………………………………………………………………. 19
JuanHerrera……………………………………………………………………....21
Don Juan Yapura…………………………………………………………………25
Agucho…………………………………………………………………………….29
Atahualpa………………………………………………………………………….30
Aimé, la estrella…………………………………………………………………..33
Zamba con alas…………………………………………………………………..34
Canción de cuna zafrera…………………………………………………………37
Ha terminado la zafra…………………………………………………………….38
La Cómpany………………………………………………………………………42
La villa……………………………………………………………………………..46
Verde maíz………………………………………………………………………..47
Deuda……………………………………………………………………………...48
Las manos que tengo…………………………………………………………….50
Mi manta…………………………………………………………………………..51
Viejo carro…………………………………………………………………………52
El charango………………………………………………………………………..54
Nuestra navidad…………………………………………………………………. 58
El Cochuna………………………………………………………………………..59
El grillo y la luna…………………………………………………………………..61
El picaflor………………………………………………………………………….62
El coyuyo…………………………………………………………………………..64
Las manchas del tigre (fábula)………………………………………………….68
ESTAMPAS DE VIDA
La poesía………………………………………………………………………….79
Ha nacido un hombre……………………………………………………………83
Oda al pan de cada día………………………………………………………….84
La flor………………………………………………………………………………85
Hermano…………………………………………………………………………..86
Los pájaros y los hombres………………………………………………………87
A mi padre…………………………………………………………………………90
El niño…el hombre……………………………………………………………….92
Ve con Dios……………………………………………………………………….95
Escuelita de barrio……………………………………………………………….98
Ilusión…………………………………………………………………………….100
Día de ronda en Tucumán……………………………………………………..101
Ramona y Ramón………………………………………………………………104
En mi fuego……………………………………………………………………..106
Mi país cotidiano………………………………………………………………..108
Solos……………………………………………………………………………..110
En mi oración……………………………………………………………………112
Espera en silencio………………………………………………………………113
Patria mía………………………………………………………………………..115
América triste……………………………………………………………………118
Padre-tierra………………………………………………………………………120
DE AMORES Y AUSENCIAS
La canción del mar……………………………………………………………..123
La noche y yo……………………………………………………………………124
En su calle……………………………………………………………………….125
Tarde……………………………………………………………………………..127
Sueño en gris……………………………………………………………………128
Un septiembre…un adiós………………………………………………………129
No serás ausencia………………………………………………………………130
Caminos……………………………………………………………………….....131
Luna creciente…………………………………………………………………..133
TIERRA VIVA
TUCUMAN
Tucumán, mi Tucumán.
corazoncito de azúcar,
esmeralda vegetal.
Tucumán, mi Tucumán.
La del rosado lapacho
y el empinado camino;
la del río rumoroso,
agreste cuna del indio.
Pasan los soles y lunas
besando el cañaveral;
tus altas cumbres ocultas
entre nieve y flor de azahar.
Tucumán, mi Tucumán.
corazoncito de azúcar,
esmeralda vegetal.
Tucumán, mi Tucumán.
Senda arriba, selva y sol,
cielo azul y soledad,
y en tu regazo otro cielo
color de jacarandá.
¿Qué hechizo tiene tu suelo,
¡oh!, mi amado Tucumán?
que lejos no hallo consuelo
ni encuentro otro cielo igual.
Tucumán, mi Tucumán.
corazoncito de azúcar,
esmeralda vegetal.
Tucumán, mi Tucumán.
CUANDO YO, SEA SILENCIO
Porque te añoro de lejos
y lejos no hallo consuelo,
desde lejos siempre vuelvo
a tu regazo materno.
Abre a mis ansias tu cielo,
tus lejanos horizontes,
que voy con el alma en duelo
todo cubierto de noches.
¡Ay, tierra de mis amores!
llena de voces y ausencias;
donde duermen mis mayores
a la luz de tus estrellas.
Deja que eleve mi canto
sobre tus valles y cerros,
donde sólo habita el viento
entre nubes y cencerros.
Y lo repitan los ecos
hasta el final de los tiempos
¡Tucumán de mis recuerdos!
cuando yo sea silencio.
jueves, 26 de febrero de 2009
La Bibiografia del autor la detallamos a continuación:
Osvaldo Jesús Zarandón nace en Mendoza, en el departamento General San Martín, un 29 de noviembre de 1949.
Hijo de un esforzado trabajador rural, crece en un hogar sencillo pero enriquecido por altos valores éticos y morales y del cual su madre, una empeñosa y abnegada ama de casa, fue la gran responsable.
De niño se vio rodeado por el paisaje, el rumor de la brisa y el olor a tierra mojada. Es esta etapa de su infancia la que despierta en él esa sensibilidad tan marcada hacia la vida y los personajes del campo, en quienes encuentra una fuente de inspiración inagotable.
Ya adolescente, deja su terruño y, junto a sus padres y hermanos se convierte en tucumano por adopción; allí desempeña los más variados oficios a la vez que termina sus estudios secundarios. Más tarde egresa de la Universidad Tecnológica Nacional con el título de ingeniero.
A lo largo de su vida y a pesar de las obligaciones, nunca renuncia a su gran
amor: la poesía, y la cultiva con pasión, revelando en ella un lirismo Y una sensibilidad poco frecuentes hacia lo autóctono y lo cotidiano.
También en Tucumán conoce el amor de la que hoy es su esposa, Felisa Ernestina Juárez, y con la cual comparte otra de sus pasiones: su hija Anahí.
Siempre fiel a su vocación, obtiene varios reconocimientos en concursos literarios a nivel provincial, y algunas de sus obras son publicadas por la Municipalidad de San Miguel de Tucumán en su ANTOLOGIA DE POETAS TUCUMANOS: INICIACIÓN (1996). Tiempo después, en el 2001, publica su libro: EL ECO DE OTRAS VOCES, el que luego sería declarado de Interés Educativo, por el Ministerio de Educación y Justicia de Tucumán. Además, muchas de sus obras han sido musicalizadas, sumándose así al rico cancionero folclórico regional.
La lectura serena de sus poemas le permitirán al lector sumergirse en la magia que se esconde detrás de toda simpleza, reflexionar sobre temas tan universales como Dios, el amor, el olvido, la vida, la muerte, la justicia, el desarraigo, pero , por sobre todo, le ofrecerá la posibilidad de encontrar el valor de las pequeñas cosas.
Prof. Lila B. Gómez de Guzmán
¿POR QUE, "EL CANTO DEL CEIBO"?
Cuando su sonido, grave y profundo, se extiende sobre el silencio del campo, llega a nosotros como si fuera el mismo corazón de la tierra que nos recuerda con su latido, que aún está viva y nos ama, como sólo una madre puede amar a sus hijos.
Es el ceibo, el árbol que proporciona la madera más adecuada para su construcción. Extraña y maravillosa coincidencia, es esta, de que sea el mismo árbol que nos da nuestra flor nacional, quien también, dé su madera; para que así: hombre, árbol y tierra, se fundan en un solo grito; que no es más que el grito dolido y esperanzado de nuestra raza.
Canto de mi bombo…canto del ceibo, que, un día, nació en el patio de una escuela rural, aquí en el campo tucumano; y a cuya sombra generosa, un maestro, enseñaba a sus niños a cantar la música de nuestra tierra.
Pero, ocurrió, que en una noche de verano, un violento temporal con viento y lluvia, derribó al viejo árbol sobre el desolado patio. Luego, en la mañana del día siguiente, aquel mismo maestro, rescató su precioso tronco. Después, con sus propias manos, lo fue ahuecando hasta convertirlo en un hermoso y sonoro bombo, que, tiempo después, en el día de mi cumpleaños, depositaría en mis manos conmovidas y asombradas; tal vez para recordarme con su regalo que encierra todas las voces de la tierra, a quién pertenece mi canto de poeta; y dónde yacen las raíces de mi propia voz.
No sé qué palabras, pude haber balbuceado en el preciso instante de recibir dicho obsequio, ya que la emoción que me embargaba era tan grande que no me permitía expresar todo lo que entonces sentía. Por ese motivo, y por el sincero aprecio que siento por ese instrumento, poco después, le escribía estas palabras:
"CANTO DEL CEIBO"
Cuando plantamos un árbol,
antes que eleve su vuelo,
se llenan de paz las manos
que profanaron el suelo.
Nace un canto esperanzado
allá en las fraguas del tiempo.
Cuando el árbol es un ceibo:
arde el verano en sus brasas.
Se endulza el triste lamento
de las ariscas torcazas.
Y entre los pliegues el viento
vibra el alma de mi raza.
Cuando ese ceibo ha extendido
sobre un patio provinciano
su sombra oscura de nidos,
abierta como una mano,
un niño olvidó el olvido…
cantaron coyuyos blancos.
Y cuando ya hubo caído,
por el viento acuchillado,
sobre su tronco abatido
Igual que un viejo arrugado,
la tierra dio un alarido
que el vendaval, no ha callado.
Aquel árbol está vivo…
Huele a lluvias y a verano.
El corazón de un amigo
dejó su sombra en mis manos;
para que canten conmigo
las voces de mis hermanos.
Vivo está y canta aquí
su viejo tronco ahuecado.
Cuando golpio su raíz
se me enternecen las manos…
Y siento volver a mí:
un canto agreste y lejano.
Osvaldo Jesús Zarandón
San Miguel de Tucumán
Vocabulario:
Coyuyos: cigarras
Golpio: regionalismo, por golpeo